martes, 16 de febrero de 2010

LA MÚSICA LES PIERDE


EL SOLISTA (2010)
Fecha de estreno: 19 de Febrero

Llevaba quince minutos viendo El solista y no dejaba de pensar en otra película que se emparentaba con ella, aunque fuera únicamente en su punto de partida. Esto solo podía significar una cosa, que algo no estaba funcionando; pues distanciarte tan pronto de un producto que basa precisamente su razón de ser en la intención de sumergir al espectador en una historia olvidándote de todo lo demás, no era un buen síntoma. El caso es que la película que no se me iba de la cabeza era El gran carnaval dirigida por Billy Wilder en 1951 en la que hacía un retrato brillante sobre el oficio del periodista en su vertiente más sensacionalista.

El argumento de El solista parte también de la necesidad de un reportero de lograr una noticia que impactase en su periódico, que le proporcionara cierto prestigio y que en definitiva le diese de comer. Para ello contacta con un indigente que toca el violín y en el que ve un genio venido a menos. (Atención, se da cuenta de sus cualidades portentosas al verlo tocar con solo dos cuerdas) La diferencia con la película de Wilder es que si en ésta lo que se quería transmitir estaba claro, una crítica a los métodos practicados por cierto sector del periodismo para obtener la fama, en la de Wright no sabemos en ningún momento qué pretende. La trama divaga entre la idea de reavivar el sueño americano, pero intentando enfocarlo desde una perspectiva más humanista, y la crítica social entroncada en el mundo de los “sin techo”, descolocando al espectador y produciéndole cuanto menos sopor. Y es que la película se va arrastrando sin un rumbo fijo, alternando secuencias más anecdóticas que de desarrollo, mostrándonos unos personajes (mención especial para Robert Downey Jr) desubicados, que pretenden ser profundos pero que sus acciones los delatan insustanciales, y sobre todo evitando cualquier punto de conflicto que pudiera resultar interesante para poder fácilmente culminar con un final que contente a todos los espectadores, aunque esté totalmente desprovisto de lógica.

lunes, 15 de febrero de 2010

PASTEL DE INGENUIDAD

THE LOVELY BONES (2010)
Fecha de estreno: 26 de Febrero.

Existen muchas sensaciones al salir de la sala oscura, por un lado te encuentras con aquellas películas que por arte de magia una vez que has traspasado el espacio físico del cine desaparecen de tu mente como si nunca hubieran estado allí. Se les suele atribuir la categoría de “peli para echar el rato”. También están esas que de tan aburridas tus pensamientos han ido variando desde la necesidad de aprovechar la butaca para soñar hasta la irritación por haberte gastado más de 7 euros en una obra que bien podía haberse quedado con el autor para que se la pusiese a su familia. La denominación: “bodrio infumable” que engloba las locuras de autor o los blockbusters tediosos. Luego están las películas, suelen ser pocas lamentablemente, que trascienden y te hacen creer en esto del cine, provocando sentimientos a flor de piel, sean cuales sean, pero que en definitiva te han removido algo por dentro y agradeces ser partícipe de ello. Las indudables obras maestras.

Lovely bones, la última creación del autor de la aclamada El señor de los anillos, no forma parte de ninguno de estos calificativos. En esta ocasión se pueden reunir muchas impresiones a lo largo del filme, pero una vez que termina solo queda la tristeza y la decepción de ver desperdiciado un talento. Algunos pensarán que se trata del mencionado “bodrio infumable” y no les faltarían razones porque el discurso de la película parece escrito por un niño de seis años, pero es indiscutible que le realización de Lovely bones es impecable, recordemos el momento en que la protagonista se da cuenta de su asesinato. La capacidad que tiene Jackson de introducirte en una historia que liga más con argumentos de tv-movie es para quitarse el sombrero, ya que durante (casi) todo el metraje logra mantenerte atento a las vivencias de Susie Salmon (Saoirse Ronan), una niña que ya desde un inicio nos informa de que será asesinada, privándonos del efecto sorpresa, pero no sin antes describirnos su vida perfecta, con padres perfectos, hermanos perfectos, amigos perfectos y “futuro” -si no hubiera muerto la chica lo hubiera conseguido sin lugar a dudas- novio perfecto.

Avanza la trama y conoces todos los puntos por los que irá desembocando la historia, será el momento en que hace acto de presencia un asesino en serie (Stanley Tucci) que no oculta su aspecto de descuartizador de niñas, solitario, misterioso, vestimenta clásica y constructor de casitas de muñecas (no es broma), cuando tendremos que esperar que alguien le dé su merecido. Nunca me imaginé, y sobre todo sabiendo quién lo firma, que este tipo de productos seguiría derroteros ideológicamente pretenciosos, cuando podía haberse quedado como producto de sobremesa sin más. Y es que todo se orientará hacia la idea judeo-cristiana de pagar por los pecados, con el convencimiento de que existe alguien en lo alto, llámese dios, divinidad, destino o lo que sea, que se encargará de ello.

Esta ingenuidad que fácilmente se nos trasmite al tratar un tema tan crudo como los asesinatos de menores no es justificable por el simple hecho de ser narrado por la pequeña. Porque lo que hubiera podido convertirse en un cuento donde los sueños predominan ante la injusta realidad, se nos presenta como un alegato que confía y apuesta por la bondad y los buenos sentimientos como armas que siempre prevalecerán ante los actos destructores, acabando con ellos por obra y gracia del espíritu santo. Y es que señor Jackson, podemos tener esperanzas, sueños o incluso ser idealistas, pero con esta película usted nos infravalora y hay espectadores que no lo toleramos.

jueves, 11 de febrero de 2010

NOSTÁLGICOS DE LO ORIGINAL


EL HOMBRE LOBO (2010)
Fecha de estreno: 12 de Febrero.

Por todos es conocida la figura mitológica del hombre-lobo, persona que al verse expuesta a la luna llena se transforma en una bestia con rasgos del citado mamífero. Frecuentemente se ha tratado como leyendas atribuibles al pueblo gitano, que aterraban a los habitantes de las pequeñas aldeas al presentar a la feroz criatura como un ser desalmado que actuaba sin piedad contra todo aquel que se interpusiese en su camino, incluyendo desmembramientos de toda clase y condición.

La productora Universal, que hizo las delicias de los aficionados al terror durante las décadas de los 30 y 40, decide retomar uno de sus famosos monstruos para presentarlos, muy oportunamente en plena euforia crespusculiana, a las nuevas generaciones de espectadores desconocedores de estas historias y también para aquellos nostálgicos que gustan de revivir viejas glorias.

La película está protagonizada por un elenco de actores que por su prestigio difícilmente hubieran aceptado el papel a mediados de siglo XX, y es que nadie se puede imaginar a tipos como Cary Grant interpretando al hombre-lobo puesto que este género estaba reservado a artistas de segunda talla. Los tiempos cambian y en esta ocasión serán Benicio del Toro, Anthony Hopkins y Hugo Weaving los que encabezan un reparto que proporciona al producto cierto toque de calidad. Y no solo en su vertiente artística, pues técnicamente la película tiene una factura visualmente atractiva, que no quiere decir fiel a la época, y que se manifiesta en un cuidado vestuario, obra de la diseñadora Milena Canonero (Maria Antonieta), y con una fotografía de claros oscuros que permite introducirte a la perfección en ese ambiente neblinoso y claustrofóbico de los bosques británicos. En cuanto a la trama no nos descubrirá nada nuevo, un guión bien estructurado que no deja tiempos muertos, con personajes previsibles, su necesaria dosis de romanticismo y escalofriantes -también divertidas- escenas de acción.

En definitiva, una nueva versión que cumple con lo que promete, una historia sencilla y mil veces vista que en sus dos horas de duración consigue que las personas que asistan a la sala disfruten y se entretengan, además de servir, para los más afortunados, de excusa para que su chica se les abrace cuando el lobo hace de las suyas. Lo único que provoca este tipo de películas en el espectador más exigente es la tristeza de encontrarse, una vez más, con productos carentes de originalidad.

miércoles, 10 de febrero de 2010

UN MUNDO POR DESCUBRIR



OCÉANOS (2010)
Fecha de estreno: 23 de Abril

Hace unos años pude disfrutar, casi por casualidad, de un documental que se adentraba en el mundo de las aves para ofrecernos imágenes de admirable belleza, se titulaba Nómadas del viento, su artífice Jacques Perrin, más reconocido por sus papeles como actor en películas como Cinema Paradiso o Los chicos del coro. Para esta película tuvo que inventar artefactos que le permitieran seguir el movimiento de los pájaros y tomar imágenes hasta entonces vetadas por la técnica. Pero además lograba, la nada desdeñable tarea, de integrarse con la fauna de tal manera que te hacía sentir partícipe de las vivencias de los seres alados compartiendo las dificultades de sobrevivir ante sus agresores, los variados cortejos y sobre todo los increíbles viajes alrededor del mundo, como si de una aventura ficcionada se tratara.

Esta vez Perrin, junto a Jacques Cluzaud (también director de la mencionada Nómadas del viento), se plantea el reto de descubrirnos los océanos -tal y como reza el título del documental- en toda su plenitud y crudeza. El objetivo no es otro que abogar por la conservación del planeta volviendo a recurrir a la espectacularidad visual y sonora para sumergir al espectador en lugares nunca frecuentados por las cámaras, que nos seducirá por lo insólito de la propuesta y hará provocar sentimientos que varían desde la admiración por la hazaña tecnológica, al lograr secuencias como la de las aves impactando contra el mar, hasta la sensación fascinante de viajar a la velocidad de los delfines.

Si hay que citar un defecto en Océanos es su explícito, aunque necesario, discurso. Las escenas, en las que el propio Perrin con su nieto visitan un museo marino observando los animales disecados, son del todo prescindibles. Una narración que en la mayor parte del metraje ha estado casi desprovista de comentarios, y aún así logra cautivar al espectador, se ve profanada por una última parte artificiosamente explicativa, que incluye recreaciones que te distancian de realidad representada y que rompe con la buena sintonía del comienzo. Se entiende la decisión, pues al fin y al cabo es un producto para concienciar al público de la necesidad de conservar el medio ambiente del que dependemos, aunque también hay que preguntarse qué tipo de personas van a haber estos documentales, que sospecho no serán sus principales destructores. A pesar de esto, Océanos es una película tan necesaria como de obligado visionado, que hará gozar a todo aquel que sea sensible al entorno natural y aprecie las maravillas que éste nos ofrece.

domingo, 7 de febrero de 2010

ROMPECREPÚSCULOS

*Contiene spoilers

Me dispongo a ver Daybreakers con la saturación propia de cualquier espectador conocedor de la moda cinematográfica imperante en estos últimos meses: los chupasangres. La multitud de productos que han derivado de este fenómenos varían desde los delirios pseudo-románticos de Crepúsculo hasta el acercamiento desde una perspectiva propia del cine de autor de la sueca Déjame entrar. Muchas películas, también series de televisión -véase la entretenida True blood- me hacían desconfiar de esta nueva, sobre todo por el oportunismo comentado, aunque he de reconocer que me embargaba cierta curiosidad por los actores que encabezaban el reparto; que Ethan Hawke o Willem Dafoe formen parte de una propuesta de este tipo siempre es agradable, aunque también sabemos que nunca garantía de éxito (al “duende verde” me remito) La verdad es que sus filmografías no se han enriquecido con esta película.

Después de esto, debo decir que Daybreakers se sitúa en las antípodas de las historias creadas por Stephanie Meyer, algo (muy) bueno teniendo en cuenta la ínfima calidad argumental de las aventuras de los adolescentes enamorados. Y es que si en una el amor se erigía como remedio de todos los males provocando el hastío del espectador de más de 16 años, aquí serán los mordiscos y derramamientos de litros de sangre los que provocarán que avance, a buen ritmo, una trama delirante pero arrolladoramente convencional.

El desencadenante de la película parte de la necesidad de los vampiros de encontrar un sustitutivo de la sangre humana, debido a que ellos mismos han puesto a la raza en peligro de extinción al usarlos, cual ganado, como productores de sangre, siendo la escasez de su sustento el motivo de una mutación lo que les está convirtiendo en unas criaturas monstruosas que se hacinan en los bajos fondos de la ciudad. Ante esto, Edward (Ethan Hawke) que trabaja en la industria que substrae la sangre a los humanos, intentará defenderlos confiando en un grupo de resistencia humana que pretende sobrevivir a las injusticias cometidas por los vampiros. Lo que en principio partía como una reflexión crítica acerca de la segregación racial derivará en una sucesión de tópicos, giros argumentales ridículos y homenajes (yo diría plagios) cinematográficos que dotan al filme de la categoría de palomitera. Simplemente haré mención al personaje de Elvis -ya el nombre es sintomático - interpretado por Willem Dafoe, que define a la percepción lo disparatado y divertido del guión; un humano que fue convertido en vampiro, al que un día le dio el sol y gracias a que pudo apagar las llamas en un río volvió a convertirse en humano. Milagros de la ciencia que usarán Edward y sus amigos para devolverle al mundo su humanidad. Además de todo esto, añadimos un hermano descarriado pero con buen fondo, una chica bonita, un malo malísimo y mucha, mucha sangre.

En conclusión, Daybreakers es una película que parece hecha por un par de aficionados que han ido escogiendo secuencias de películas que les apasionan (Minority Report, Blade Runner, los zombis de Romero) para desarrollar una historia tan simple y olvidable como entretenida en sus pretensiones.

miércoles, 3 de febrero de 2010

INSTINTOS BÁSICOS


La nueva propuesta de Vicente Aranda nos traslada a la España de 1970, concretamente a la ciudad de Burgos donde se está celebrando el famoso proceso que supuso un pulso al régimen franquista que empezaba a dar sus últimas bocanadas. Con las primeras imágenes del filme, que nos ubican en estos acontecimientos mediante la sucesión de artículos de periódico de la época, cualquiera podría pensar que en esta ocasión el director de Amantes nos iba a relatar una historia alejada de sus temas habituales y dar paso a un thriller político o algo similar. Enseguida nos damos cuenta de que era solo un espejismo.

La historia comienza cuando Juan (Eduard Fernández), un poeta que trabaja en París para la UNESCO, va a pasar unos días de vacaciones a la ciudad castellano-leonesa que le vio nacer. Allí conocerá a Ramona (Thaïs Blume), la hija de un médico amigo suyo, por la que inmediatamente se sentirá atraído al encontrar en ella un torrente de sexualidad por descubrir, manifestándose claros paralelismos con el Humbert de Nabokov. A partir de entonces, asistiremos a una sucesión de escenas cada cual más rocambolesca en las que el protagonista hará lo imposible para acabar en brazos de la adolescente. Escenas que en un primer momento podrían (lógicamente) intuirse como ensoñaciones del poeta, sorpresivamente colisionan con una propuesta realista que no solo va de enfermiza y angustiante, sino que pretende dar cierta lección sobre el comportamiento del ser humano al verse acosado por sus más bajos instintos. Todo ello plasmado con una reiterativa sucesión de carteles con citas literarias que distraen más que sugieren.

La historia presenta la temática a la que nos tiene acostumbrado Aranda, incluyendo altas dosis de erotismo marca de la casa, ofreciéndonos una nueva versión de Carmen o Juana la Loca por mencionar alguna de sus producciones recientes. En definitiva, personajes que la pasión arrastra al desequilibrio y la locura, que culminan con la destrucción de ellos mismos y de todo lo que les rodea, y de la que no encontrarán salida. Ahora bien, en esta ocasión el halo cómico que encierran muchas de las situaciones (sobran los ejemplos) hacen que te cuestiones si verdaderamente estás asistiendo a un nuevo acercamiento a las obsesiones del director o a una parodia de sí mismo.