martes, 1 de junio de 2010

S.O.S


THE COVE (2009)
Fecha de estreno: 11 de Junio

El documental es un género que en los últimos años ha cobrado una relevancia notoria en el mundo del celuloide. Lo que antes estaba relegado a un segundo plano, hoy día ha alcanzado la categoría, por méritos propios, de producto de primer orden. Habría que preguntarse por qué anteriormente no se le trataba en igualdad de condiciones ante la ficción, una respuesta simple sería que la concepción del propio documental poseía (y posee) unos objetivos específicos que no eran más que la propia transmisión de información al público.

Es cierto que había diversas formas de hacerlo, y algunas de ellas pueden considerarse verdaderas obras artísticas. Es el caso de algunos noticiarios propagandísticos, Leni Riefenstahl es un gran ejemplo de ello y está considerada como una de las directoras que mejor supo hacerlo. Y es que no es fácil llegar a transformar noticias de manera que expresen ideas que en su origen simplemente se concibieron como retrato de una realidad. Es decir, manipular el material con objetivos diferentes al de informar.

Sabemos que el documental si generalizamos, pues se encuentra el falso documental, va a tomar un hecho real y por tanto va a comunicar este hecho al público objetivo de la información. A medida que ha pasado el tiempo, el lenguaje del mismo se ha ido puliendo, configurándose una identidad propia al servicio del espectáculo, es decir conseguir que aquello que se nos muestra sea atractivo, que implique emocionalmente al espectador y que llegue a alcanzar esa parte de la ficción en la que el filme traspasa la barrera de lo real, entendiendo por tal la realidad que podemos obtener de cualquier telenoticias, contando una historia, sea del tipo que sea, siguiendo en muchos casos la propia estructura narrativa de una película.

Esto es así que se empezaron a desarrollar documentales donde encontrábamos temáticas muy concretas, alejadas a simple vista de cualquier tipo de interés global, pero que han conseguido configurar un relato que ha trascendido a su propio género, renovando y ampliando las posibilidades que tenían este tipo de obras audiovisuales. Podemos encontrar multitud de ejemplos de este tipo, desde la desestructuración de una familia en El desencanto de Jaime Chavarri, pasando por los primeros documentales del prestigioso director de documentales Michael Moore como Roger & me o Bowling for Columbine y terminando por The Cove , la película que aquí nos ocupa.

The Cove curiosamente se acerca a ese tipo de documental más panfletario, interesado por despertar al espectador acomodado en su butaca con la misión de concienciarlo ante un problema que le resulta lejano, pero que directa o indirectamente le puede afectar. El director se propone recurrir al sentimentalismo barato, eficaz y habitual en la filosofía audiovisual americana, intentando provocar la lágrima fácil.

La historia que nos cuenta atiende a la matanza de delfines en una localidad de Japón llamada Taiji, que bajo una fachada de paz y buen hacer con estos mamíferos se esconde un negocio millonario que afecta hasta las más altas esferas del gobierno. Todo ello no solo provocando la reducción de esta especie, sino la puesta en peligro de la población al vender su carne que contiene mercurio, altamente tóxico para el ser humano.

A pesar del sensacionalismo pretendido, la composición argumental del documental es elogiable, la narración es contundente y entretenida y al espectador le deja la sensación de haber visto un documental necesario, más por las repercusiones que puede traer al sacar estos trapos sucios que por su trascendencia como obra.

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